¿QUÉ PASA EN EL CAMPO CUANDO NO HAY UN CULTIVO EN PIE?
Se conoce como “barbecho” al período que transcurre entre dos campañas, es decir, entre que se cosecha un cultivo y se siembra el próximo. El objetivo del barbecho consiste en dejar descansar la tierra para recuperar los nutrientes y la composición química del suelo, y preparar el lote y dejarlo en las mejores condiciones para el próximo cultivo. Para cumplir este propósito, los productores agropecuarios pueden seguir diferentes estrategias.
Existen dos campañas: la “gruesa”, que se siembra entre septiembre y diciembre, se desarrolla en verano y se cosecha entre abril y junio del año siguiente; y la “fina”, que se siembra entre mayo y agosto, se desarrolla en invierno y se cosecha entre noviembre y enero. Generalmente, estas dos campañas siguen una “rotación” de cultivos, por ejemplo, de maíz a trigo, de maíz a soja o de trigo a soja. Entre cada uno de estos cultivos hay un período de barbecho que será sucedido por la siembra del próximo cultivo. La rotación es lo que va a determinar el largo del período de barbecho, que puede ser de 30 días, en el caso de salir de un trigo hacia una soja, o de más de 200 días, de un maíz a una soja.
Estrategias durante el barbecho
Barbecho sin labranza: se deja el lote sin tocar hasta el momento de la siembra del próximo cultivo. Poco antes de sembrar se eliminan las malezas con una aplicación de herbicida o mediante la pasada de un disco de arado. Pero esta estrategia permite que la población de malezas se desarrolle y cada vez sea más complicado erradicarlas. Estas plantas consumen el agua y nutrientes del lote y, por lo tanto, compiten con el cultivo.
Barbecho químico: consiste en mantener el lote limpio de malezas mediante el uso de herbicidas. Habitualmente, se utilizan herbicidas “residuales”, que se aplican sobre el suelo y tienen una acción pre emergente, es decir, que buscan controlar la maleza antes de que emerja y se desarrolle. La palabra residual se debe a que esta clase de herbicidas tiene un efecto de persistencia en el lote. Según el producto y las condiciones ambientales, puede seguir actuando hasta más de 100 días después de aplicada.
Sembrar un cultivo de cobertura: su función es cubrir el suelo. Si bien los cultivos de cobertura, al igual que las malezas, también consumen agua, esta estrategia tiene algunas ventajas: el suelo cubierto disminuye fuertemente la erosión -del agua y del viento-, lo que evita que se pierda la capa superficial. Los cultivos de cobertura también mejoran la capacidad del suelo de absorber y retener el agua. Además, evitan el nacimiento de malezas, ya que no tienen espacio para crecer entre la densidad del cultivo sembrado. Estos cultivos aportan una serie de beneficios para el suelo y el medioambiente, ya que ayudan a reducir la aplicación excesiva de herbicidas.
Especies usadas como cultivo de cobertura Se puede sembrar una única especie o hacer lo que se conoce como una “consociación”: dos o más especies que se asocian y benefician su crecimiento. Una de las más comunes es vicia + centeno. La vicia es una planta de la familia de las leguminosas, y se caracteriza por su capacidad de aportar nitrógeno al suelo, que luego puede ser aprovechado por el cultivo. Por su parte, el centeno es un cereal productor de materia verde que aporta mucho carbono y materia orgánica. Entre las especies más utilizadas como cultivo de cobertura se encuentran algunos cereales, como el centeno, el triticale -cruza del trigo y el centeno-, el rye grass y la avena; leguminosas, como la vicia, el trébol y la arveja; y brásicas, como la colza y la carinata. |
Rolado del cultivo de cobertura Para dejar el lote listo para la siembra del próximo cultivo hay quienes eligen la opción del “rolado”, que consiste en pasar un gran rodillo acoplado a un tractor para ir aplastando el cultivo de cobertura, luego dejarlo secar y sembrar encima. Los restos del cultivo dejan una cobertura muy abundante. |
Fijar el carbono Según la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), si se adoptara esta práctica en tan solo un 10% de la superficie sembrable del país se podrían fijar hasta 1,1 millones de toneladas de carbono al año y se reduciría el impacto ambiental en un 60%. |