Manejo de malezas de otoño-invierno: El caso de raigrás y nabo

Informes

por el Ing. Agr. MSC Ramón Gigón

Lolium spp, raigrás, y Brassica rapa, nabo, son malezas que se encuentran naturalizadas en zonas templadas de nuestro país con una amplia distribución en la provincia de Buenos Aires, sur de Entre Ríos, sur de Santa Fe y sur de Córdoba. 

Tradicionalmente, fueron malezas frecuentes en cultivos invernales en el Sur de la provincia de Buenos Aires. Pero debido a la aparición de biotipos con resistencia a glifosato, comenzaron a estar muy presentes en los barbechos a gruesa e incluso a afectar la implantación de cultivos de verano.  

El raigrás presenta un ciclo marcadamente otoño-invernal. Una muy pequeña proporción del banco de semillas del suelo permanece sin germinar, aún después de las primeras lluvias. Estas características hacen que la maleza presente un banco de semillas de tipo transitorio, en el cual la mayor proporción de las semillas no permanece viable en el campo por más de dos años. El nabo o nabolza tiene un comportamiento diferente en cuanto a su patrón de emergencia. Posee una cohorte de nacimientos en primavera/verano que no se ve en raigrás; por eso, esta crucífera también cobra mucha importancia como maleza en cultivos de gruesa (Figura 1).

Figura 1. Dinámica de emergencia de % de nacimientos durante el año (raigrás y nabo)

La interferencia de estas malezas sobre los cultivos de invierno puede producir pérdidas de 40 al 70%, según la densidad y el ambiente en que el cual se desarrolle el cultivo. 

En el sur de la Provincia de Buenos Aires, los problemas de poblaciones de Lolium spp. de baja sensibilidad a glifosato se hicieron frecuentes hace una década. Luego se sumaron biotipos con resistencia a inhibidores de ALS, como así también a algunos herbicidas inhibidores de ACCasa utilizados en trigo

La resistencia a herbicidas en especies de la familia de las crucíferas mostró un incremento de casos de resistencia múltiple, como por ejemplo a glifosato, ALS y baja sensibilidad a 2, 4 D, principalmente en Brassica rapa se ve un aumento fuerte en cuanto a su dispersión hacia otras regiones de la Argentina.

El manejo del raigrás en el trigo comienza desde el barbecho. Es aquí donde se presenta una disponibilidad mayor de modos de acción de herbicidas. Si sumado a esto se tiene en cuenta que los principales flujos de emergencia de Lolium spp. se producen en tal período, los tratamientos efectuados en barbecho son muy importantes al momento de planificar una estrategia de manejo. La mezcla de glifosato + cletodim o haloxifop se utilizó con éxito en muchos biotipos, siempre con el agregado de un buen coadyuvante en base a aceite metilado y respetando unos 15/20 días para la siembra de los cultivos. Asimismo, si las plantas se encuentran en un estadio avanzado de desarrollo (>10 macollos), una alternativa que se ha sumado estos años es la técnica del doble golpe, principalmente recomendada para casos de poblaciones difíciles de controlar, aplicando primero glifosato + cletodim o haloxifop, y, a los 10/15 días, paraquat, CERILLO o glufosinato de amonio. El agregado de herbicidas residuales en presiembra/preemergencia de trigo, como por ejemplo trifluralina, flumioxazin y metribuzin, ayudarán sin duda al manejo de biotipos con resistencias múltiples a los herbicidas clásicos del cultivo. En este grupo de herbicidas el registro de una nueva molécula como pyroxazulfone también puede ser una herramienta interesante para el manejo de Lolium spp. Una vez implantado el cultivo y establecida la maleza, un aspecto importante a considerar es el momento de intervención en postemergencia de los cereales de invierno. Se ha encontrado que las aplicaciones tempranas (ZADOCK 1.2 a 2.1), ya sea con pinoxaden, pyroxsulam o iodosulfuron + mesosulfuron, controlan mejor la maleza y liberan al cultivo de la interferencia temprana que influye fuertemente en la generación del rendimiento, tanto en trigo como en cebada. Si los lotes se rotan con cultivos de cosecha gruesa, el uso de herbicidas residuales como atrazina, sulfometuron, clomazone o alguna imidazolinona puede ser una herramienta eficaz para reducir el número de aplicaciones por cultivo e incorporar otros modos de acción para el manejo de la resistencia.

En cuanto al control de crucíferas en el otoño, es muy importante el uso de mezclas en base a hormonales, como 2,4D y MCPA con herbicidas inhibidores de PPO o de la síntesis de carotenoides para llevar los lotes a cero. En los últimos años, los productores comenzaron también a aplicar preemergentes de trigo para el control de esta maleza: flumioxazin, flurocloridona y diflufencian son los más usados en estas situaciones, como así también en el barbecho largo. En la postemergencia de los cereales de invierno volvieron algunas mezclas que se usaban en los ´80, como Bromoxinil + MCPA, con resultados promisorios, pero sin olvidar para estas mezclas tener un tamaño chico de la maleza y lograr una buena calidad de la aplicación (alto número de impactos sobre el objetivo).

La incorporación de prácticas culturales, como la densidad de siembra de los cultivos, el uso de cultivos de cobertura, el pastoreo con ganadería y la rotación de cultivos de cosecha gruesa y fina, seguramente contribuirá a un manejo integrado sustentable en el tiempo.